ESPERA
*
Esperaba
esperaba
y
todavía
y
siempre
esperando,
esperando
con
todas las arterias,
con
el sacro,
el
cansancio,
la
esperanza,
la
médula;
distendido,
exaltado,
apurando
la espera,
por
vocación,
por
vicio,
sin
desmayo,
ni
tregua.
¿Para
qué extenuarme en alumbrar recuerdos
que
son pura ceniza?
Por
muy lejos que mire:
la
espera ya es conmigo,
y
yo estoy con la espera...
escuchando
sus ecos,
asomado
al paisaje de sus falsas ventanas,
descendiendo
sus huecas escaleras de herrumbre,
ante
sus chimeneas,
sus
muros desolados,
sus
rítmicas goteras,
esperando,
esperando,
entregado
a esa espera
interminable,
absurda,
voraz,
desesperada.
Sólo
yo...
¡Sí!
Yo
sólo
sé
hasta dónde he esperado,
qué
ráfagas de espera arrasaron mis nervios;
con
qué ardor,
y
qué fiebre
esperé
esperaba,
cada
vez con más ansias
de
esperar y de espera.
¡Ah!
el hartazgo y el hambre de seguir esperando,
de
no apartar un gesto de esa espera insaciable,
de
vivirla en mis venas,
y
respirar en ella la realidad,
el
sueño,
el
olvido,
el
recuerdo;
sin
importarme nada,
no
saber qué esperaba:
¡siempre
haberlo ignorado!;
cada
vez más resuelto a prolongar la espera,
y
a esperar,
y
esperar,
y
seguir esperando
con
tal de no acercarme
a
la aridez inerte,
a
la desesperanza
de
no esperar ya nada;
de
no poder, siquiera,
continuar
esperando